lunes, 24 de noviembre de 2014

Siempre hay una historia detrás

No tengo ninguna duda. Tanto si se trata de una pintura rupestre, de un dibujo de Da Vinci, de un cuadro de Rubbens, o de Goya, o de Sorolla, o de Miró, o de un aficionado como yo, siempre hay algo que se quiere contar cuando se pinta o se dibuja.

Pueden ser historias reales de caza, de amor, o de guerra. Historias derivadas de encargos hechos al pintor. Historias imaginadas. Historias felices. Historias tristes. Siempre historias.

Y en cada una de esas historias llevada a un papel, a una tela, hay una interpretación de esa historia.

Hace poco alguien me comentó que a veces le gustaban más mis comentarios explicando historias, que la propia pintura o dibujo que había publicado en el blog.

Cuando pinto o dibujo siempre lo hago intentando recordar aquellas sensaciones que el paisaje o la situación me proporcionaron, pero soy consciente de que mi capacidad de reflejar esas sensaciones tiene limitaciones, por eso intento complementar la obra con mi historia.

Esto espero que no impida que quien esté mirando un dibujo o una pintura, prescinda totalmente de mi historia y se fabrique la suya.

Cuando voy a alguna exposición o museo, generalmente no hay carteles explicando la historia del cuadro, por tanto, delante de aquellos cuadros en los que me quedo un rato sin saber la razón, confieso que también me cuento mi propia historia.

Sigamos contándonos historias a nosotros mismos o a los demás. Seguramente también es una costumbre que tenían los que luego pasaban un rato en la caverna pintando el ciervo que querían cazar, o que habían cazado ayer.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tus comentarios.