No es una sorpresa. Lo había anunciado el parte meteorológico, aunque siempre cabía la esperanza de que la lluvia empezase cuando hubiera terminado
la excursión, pero, de repente, en menos de 15 minutos, las nubes que estaban
escondidas dentro del Croscat han decidido remojar un poco el panorama.
La lluvia siempre nos sorprende a quienes no estamos muy
habituados a ella, recordándonos que, si el paisaje que estamos viendo está
lleno de verdes, es porque alguien se encarga de hacer el mantenimiento.
En este caso la excursión había sido un paseo dentro de La Fageda,
el coche estaba cerca y la molestia pequeña.
Es inevitable que una escena de lluvia no tenga un cierto aire de
tristeza. La luz se apaga, los contrastes desaparecen o se difuminan, los
colores no vibran y, además, cuando has terminado de pintar, te sigue
quedando la duda de si has conseguido reflejar que estabas viendo como empezaba
a llover, y el resultado es un cuadro triste o un triste cuadro.
Cuando empieza a llover
Trabajo sobre Pastel Card (30 x 45 cms) inspirado en la zona del parking de La Fageda d'en Jordá