La vida siempre depara sorpresas. En esta ocasión, una hoja de calendario que estaba convenientemente guardada pero casi olvidada.
Los carboncillos, nada más verla, se han puesto a bailar encima de la hoja como locos. Talmente parecía que estuvieran en la playa jugando con el fijador como si fuera el protector solar. El carboncillo más antiguo, y por tanto el más negro, ha llamado a todos a la cordura y se han ido a la caja de pinturas nada más terminar.
La resaca de la fiesta, en forma de polvo negro, sigue todavía esparcida encima de la mesa donde se han terminado las cervezas, las olivas y la bolsa de patatas fritas.
Otro mar salado
56 x 36,5 cms.
No sé si me gusta más lo que pintas o lo que escribes ...
ResponderEliminarMe conformo con que lo pinto te llame la atención, y lo que escribo a veces te divierta.
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